sonorama 2019

En plena noche, a eso de las tres de la tarde ya sabíamos (de sobra) lo que habíamos venido a hacer aquí. Fuimos al Sonorama esperando cero y encontramos precisamente eso, nada. Así que, como si le hubiéramos robado el título al mismísimo Antonio Vega, tocaba mantener las nulas expectativas que acabaron derritiéndose mucho antes de lo que tarda un hielo en desaparecer en una copa en vaso de plástico.

Si algo puede salir mal, saldrá mal. Y si pasa, es porque tenía que ser así. O eso cree mi madre. Recuerdo que en mi primer Sono me llamaron para suplir una baja. Entré en el once de chiripa para vivir el cartelón de ese año. Me lo pasé mejor que viendo parar balones a Oblak. Estuve en el momento justo y lugar indicado. Es decir, en una terraza del Dosde, a una semana del festival y con un amigo diciéndome calienta, que sales.

Este año, la cosa iba de ser la míster. Confié en tener banquillo y me quedé sin titulares. Pero para qué recordar cómo empezó este viaje si el Sonorama se ha convertido en unas fiestas de pueblo de las que se sale por la noche. Nos cambian el recinto y aquello se ha transformado en una gymkana ferial que no sé si voy a detestar o voy a repetir cada año.

Allí no faltó el medley de Mecano, la rumbita en la carpa y hasta el concierto de Fangoria, empadronados ya en cada ayuntamiento de España. El arreón final de la orquesta con La Fuga, el típico que sale a las cañas de mediodía y se rompe por la noche y la que duerme fuera de casa por repetir historia con el mismo de las otras veces.

A todo esto, se sumó una serie de catastróficas desdichas. Si habíamos ido para ver tocar (y fumar) a unos guapos belgas, iban a cancelar. Si parece ser que va a llover, lloverá. Y yo veré cómo cayó la mundial durante los dos días de festival. Si aguanté el sopor de ver a Nacho Vegas por segunda vez en mi vida, él se iba a convertir en el Nostradamus de este #Sonodrama2019. Gracias Nacho, no sé cómo no vimos venir esta gran broma final.

Lo peor es que hay algo en nosotros que funciona automáticamente. Y así estamos, que mientras las quintas paren, nosotr@s paramos de ir a festivales porque ya se ha acabado la temporada. El año que viene más y mejor. Voy pensando en el disfraz.