mis amigos

Ayer uno de mis mejores amigos cumplió los 30. Yo no iba a salir salir y al final lo hice. Ya ni recuerdo la de veces que he dejado esa frase como post-it avisando que esta noche no y después sí. Si existe algún tipo de reloj biológico que me autoconvenza de irme a casa cuando dan las tres está claro que ni lo tengo ni me lo han presentado jamás. Parece que vuelvo a tener veintialguno porque ya ni el diluvio me echa para atrás hacia la manta y el sofá. El caso es que por ahí van los tiros. Parecemos eso que fuimos, es decir, eso que seguimos siendo. Amigos que no han perdido ese no sé qué mágico que les unió detrás de una facultad gris y triste, o mejor dicho, detrás de la barra de los garitos porque antes el botellón lo hacíamos en los pisos o en la calle.

“Después todo se complica. Salíais juntos de fiesta y os podíais llamar incluso amigos, pero poco a poco y sin darte apenas cuenta, dejasteis de veros. Un día os encontráis por la calle y no sabéis de qué hablar. De eso no se recupera uno nunca. Asumes que la próxima vez seguiréis el camino, os saludaréis como mucho así con la cabeza. Por qué pasan estas cosas, no lo sé. Se habla mucho de cómo te haces de un equipo y poco de cómo se va quedando gente en la orilla. Simplemente la olvidas.”

Justo de esta sensación hablábamos ayer. La vida nos va llevando por distintas rutas que, de un tiempo a esta parte, sólo tienen un punto de encuentro llamado bodas, cumpleaños o visita de expats. Con la edad se aprende que no tenemos que hacer todo juntos. Al final es una bifurcación hacia lo que yo llamo “las dos Españas”. Es decir, ser de día o ser de noche. Y desde el respeto a todos los diurnos, no voy a pedir perdón porque me guste salir de noche.

Y digo yo, si fue la fiesta quien nos unió en los años de facultad donde germinó este bonito núcleo, ¿por qué vamos a abandonarla? Pues porque a los 30 se sabe perfectamente a quién tienes que llamar para ver una exposición y a quién escribir para salir de farra. A menudo me suelen preguntar con quién voy a festivales, con quién salgo esta noche o con quién he quedado para ver qué se cuece. Mi respuesta es: «voy con estos«. Con los que siento que todo está empezando y que son fruto de esa ampliación del círculo los amigos de amigos ya son mis amigos. Unos +1 a los que quiero bastante.

Anoche en ese tirón de orejas que cuenta hasta 30 se vio muy claro. Llámalo afinidad, ganas, la copa de cada fin de semana o el estar ahí. Con ellos la vida sigue igual. Y parece que fue ayer cuando deambulábamos por ese pasillo oscuro mientras sonaba esa playlist de primero de indie. Puede incluso que fuera ayer. Como somos los que siempre salimos -creo que así nos llaman- puede que la noche me confunda. De lo que no dudaré jamás es de que algunos amigos son para siempre. Y qué suerte tenerlos y poder verles en los bares.