Si los vascos se reúnen en torno a una mesa, el (mi) grupo de amigos lo hacemos a través de una médium celestina llamada caña. Mejor dicho, cañas. En plural. Ni claras ni vinos tintos. No somos niñitas, ¿vale?
“Vale is for todo”. Ojalá siempre un vale. A veces, nos escudamos en un “hace frío, mañana madrugo, es fin de mes y que no me apetece, leñe”. O en la excusa de la resaca y en el reto de iniciar un plan détox que nunca cumplirás. Pero lo cierto es que somos muy de “vale”. Muy de Mahoudrid y de pasarlo Mahouzo bien. Sabéis de lo que hablo. Nos vale cualquier vale. No confundir con ser unos tipos de fácil convicción. Se llama amistad. Así de fácil.
Inconscientemente, todo lo que sabemos de la vida se lo debemos a nuestras reuniones. Que sí, que también hay que venir estudiado de casa, pero el bagaje cultural y vital fluye en las quedadas donde se habla absolutamente de todo. Ay si los bares hablasen. Y los taxis, y los baños, y los time out para fumar…Por cierto, l@s que no vais de bares ¿qué hacéis?
En fin…Ojalá nuestros veranos tuvieran el filtro #Damm. Posiblemente, cuando suceda será apoteósico e inolvidable. Lo puto más. Será nuestro verano. ¿Ponemos fecha?