quiero-que-seas-como-Beckham

Recuerdo cuando en la adolescencia una amiga repetía con convicción eso de: “yo me casaré a los 27”. Mirando aquellos 27 como ahora miras los 50. Muy de lejos. Pues bien, tiene 27 y no se ha casado. Lo mismo pasaba con el deseo de tener hijos. Dabas por hecho que ibas a tener más de uno y no muy tarde. Y con tarde me refiero a que veías los treintaytantos como una edad paternalistamente asentada. Y en esas estamos. Viendo por el retrovisor los veinte y con los treinta sentados en el asiento de atrás.

Lo cierto es que nos equivocamos en algo. ¿Por qué tener familia te convierte en un viejales? Una cosa es que altere tu horario, que el uso de tus tacones se vea limitado y que tu despertador ahora suene a biberón. Pero ¿por qué dejar de hacer todo lo que hemos hecho hasta ahora? Con saber que tenemos que llevar a la niña al parque el sábado por la mañana después de que se alargase la cosa un viernes es suficiente. Lo hemos hecho toda la vida: yendo a la facultad de empalme (miento, no íbamos) pero estábamos capacitados para hacerlo e incluso yendo al trabajo con dos horas de sueño. Sabemos que podemos y podríamos. Pero nos mola que a la niña la lleves tú al parque, que para eso eres el papi.

Los papis molan. Son los nuevos paluegos. El hombre de bien pero con niñ@. Con uno solo. El concepto de ‘Paterning’ que inventó Volkswagen. El deporte de ser padre. A ser padre se aprende como se acostumbra el paladar a la cerveza a lo largo de los años. Y a hacer las coletas a la niña (incluso en el metro), a combinar color de leotardos con vestido y a darte de bruces por ligar más con un pequeño en brazos que lanzando fichas a tutiplén en tus mejores noches de hunting. La vida…

Renegamos del compromiso, del yo nunca, ni loca haré eso y de toda atadura social o amorosa. Pero en el fondo, queremos a un Beckham y que seáis como Beckham. Que limpiéis mocos, culetes, que hagáis el payaso para lograr que sonría y que lo hagáis en zapatillas y sudadera. Que leáis el periódico con las Ray-Ban y un botellín mientras el/ella demuestra su nativismo digital viendo Frozen. Sois nuestros papis. Pero vosotros no les llaméis padres, llamadles adultescentes (con hijos). E id a los bares con niños aka amistad, cultura y aprender de la vida.