Nosotras leíamos la Super Pop, llevábamos crop top en verano e íbamos a catequesis una hora a la semana. Yo era una niña de colegio de monjas que alquilaba Tú a Londres y yo a California en el videoclub pero que aprendía a jugar al chinchón en los bares del pueblo. Y mientras mi primo se llevaba a Los Planetas de erasmus y descubría a Jamiroquai en Londres, yo balbuceaba mis primeras canciones en inglés con el álbum azul de Aqua.

En la pre-adolescencia se busca estar dentro. Ser parte de la masa. Un boca a boca que lejos de buscar la excelencia quería ser boom. Y cómo nos molaba ese boom. Las Spice Girls encarnaban eso. Un fenómeno en forma de chicas que llegaban con vestidos mini o con aberturas a los lados y que pisaban con botas Mustang o unas Air Max. Y entre postales de Kiko Narváez y las mañanas de Las Gemelas de Sweet Valley y Los Rompecorazones, nosotras quedábamos para ensayar la coreografía de las chicas picantes que cerraría las puertas del verano.

En esa segunda mitad de los 90s se forjaban las primeras amistades de verdad olvidando las one season wonder. Éramos demasiado pequeñas para comprar el nuevo Vale pero jugábamos a ser mayores con los tutoriales (escritos) para copiar los looks de las Spice. Si la fashion del grupo se encargaba de aportar los pantalones abotonados de Mel C, tú ponías el radiocassette y la cinta (el primer cd llegó con los BackStreetBoys) para ensayar en los patios o en los garajes. Otra se encargaba de grabar su actuación en Música Sí y a la más pasota del grupo le tocaba ser Geri Halliwell. La vida era así de dura y nosotras éramos un auténtico team power de calcomanía.

Eran años de saborear el primer doblete del Atleti, mis primeras compras en Zara Carretas, los sándwiches en Rodilla y las hamburguesas en el Mc Donalds de Calle Mayor antes de pasar horas y horas en la Fnac escuchando miles de discos con esos auriculares gigantes. De las clases de informática guardadas en disquetes, los pasillos de Bandai y Mattel en el Pryca y los dos moñitos a lo Emma Bunton que salvaron a tu madre de desenredar esos rizos.

Todo esto venía porque Back Spice back all right. Su actuación en los mejores Juegos Olímpicos supo a muy poco. Y no sé si estamos jugando a ser mayores o a (re)vivir que cualquier tiempo pasado mejor, pero solo diré que en dos semanas estaremos viendo a Jota y los suyos, Jamiroquai acaba de actuar en Madrid y seguimos llevando chokers en el cuello.

¡Hola adultescencia!