Una de mis mejores amigas se casó contra todo pronóstico hace unas semanas. Y digo contra, por la que estaba cayendo -y eso que al final no llovió-. Entendí lo que ella –ellos- habían pasado estos meses de incertidumbre cuando en el baile -porque bailamos- sonó Como si fueras a morir mañana de Leiva.
María, que está sonando Leiva. Eso le dije pensando que aquello era fruto de mi mezcla de cerveza, vino y ya –por la hora- de unos cuantos cubatas. “Ya tía, han sido meses muy duros y esta canción me ha animado mucho”.
¿Excuse me?
Esta extrañeza viene porque en la vida, desde que la conozco, hubiera imaginado que una canción de José Miguel fuera a sonar en su boda por pura elección y no por equivocación del dj. Y, mucho menos, que la defendiera como si fuera un Red Bull a punto de darle alas.
Pues precisamente esto está siendo el 2020. El creernos capaces de hacer cosas o de no hacerlas. Como cuando hacíamos el Test de Cooper rozando echar el hígado por la boca y al final ni vomitona ni nada. Esto mismo, pero a nivel adultez. Como no creer en el amor, pero a veces sí.
Ayer me dio por jugar a eso de: “¿Qué estaría haciendo ahora mismo tal día como hoy”? Hacer la compra y limpiar la casa porque es sábado. Ver al Atleti después de comer o echarme la siesta porque esta noche se sale. O quizás, volver a Madrid al caer el sol porque el domingo está a punto de acabarse. Hemos cambiado nuestras rutinas por nuevas rutinas. Y, a veces, parece que está todo igual y no, no lo está.
Algunos ya no curran y otros van a volver a hacerlo. Casi todo el mundo lo ha dejado y dice que ya no quiere a nadie. Alguna ya lleva un anillo que ha prometido no quitarse y hasta ha dado tiempo a dar a luz al primer bebé del grupo. Luego quedan los que han follado hasta doler y los que ni se han comido un helado. Y será por tiempo y ganas. Sobre todo ganas.
Luego alguien te cuenta alguna cosa importante, de esas que parece que en 2020 duelen más, y piensas como Laporta dando gracias porque, al loro, no estamos tan mal.
Pues eso, si mi amiga fue capaz de elegir a Leiva –que no a Pereza- como banda sonora del día más importante de su vida siendo la más rockera y oldie del lugar, ¿cómo no va a ser posible seguir haciendo cosas que no esperamos? ¿Qué más queda, 2020? Estoy esperando a que me cuentes más.