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Acabas de llegar. ¿Cómo lo ves? Si hubieras alumbrado unos años antes, te hubiera contado que estábamos más cerca del horizonte que del cielo. Pero no. Ya nos frotamos los ojos hace algún tiempo. Bien fuerte además. A ti, en cambio, te quedan unos largos meses para ver. Quizá mucho más para hacerlo desde nuestro punto de mira.

Acabas de llegar y aún no sabes que…

Antes abandonábamos bares con la rojez de un set a cero. Que los emblemas y estandartes nos decían adiós de espaldas al corazón. Que siempre somos capaces de lo mejor y lo peor, pero ahora las pupas ya no son tantas. Tú ahora lloras por necesidad, por supervivencia (y ni eso). Pero nosotros lo hemos hecho por instinto. Como en aquella final de Copa del Rey con lágrimas compartidas en familia. Por descender de un doblete a la nada y resurgiendo de una maltrecha alcantarilla. Pero anoche lo logramos. Otro 17 de mayo. De teloneros a cabezas de cartel con noventa puntos. Una locura. Una bendita locura.

Porque quizás todo este sentir no te interese ni lo más mismo. El caso es que ya lo estás mamando desde la cuna. Porque tal vez prefieras ser txuri-urdin, pero ya se sabe: las niñas son más de papi. Porque te contarán que tocamos con la punta de los dedos aquella bandera kilométrica de 2003 aupados en brazos. Porque él, desde dónde esté, seguro se quedó dormido escuchando el partido con su radio pegado a la oreja.

Hace unos años, le dije a lo más parecido que tengo a un hermano: graba esto en tu memoria. Vive cada minuto de celebración. No sabemos cuándo volveremos a celebrar otro. Y ya van cinco. Hace unas semanas, caminando por la Chopera tu padre te dijo: “despierta, hemos ganado”. Ojalá interrumpa tus sueños muchas más noches. Mientras tanto sueña, pero siempre más fuerte.