Un sábado 16 de marzo apoyados en la barra de uno de los bares de siempre y lanzando al aire perlitas tipo “yo esta noche no salgo porque voy en Converse” empezó todo. Hacía más de tres meses que no nos veíamos. Una situación que empieza darse cara a cara pero no en los teléfonos. La noche tenía pinta de emoji de llamarada, pero antes de que eso ocurriera, hablamos de esto. ¿Y qué tal? Pues es muy tú. Venga, pues igual me animo. Él iba por la tercera temporada y mientras escribo estas palabras inconexas, aún no ha llegado al final de la serie.
Señores, así fue como a los 30 años vi Friends.
Nunca la vi porque no me dio la gana. Yo que fui de grabar capítulos de The OC y Everwood en cintas de video y de vivir pegada al sofá con las series de La 2, esta NO. Entre mis mejores amigas, yo era la única que iba a cole. Recuerdo que ellas llegaban antes que yo a casa del tuto (porque antes se decía así) y yo llegaba para el final de Lo+plus. Nunca me sentí excluida por no saber más allá de que Rachel y Ross eran (como) la pareja ideal. Jurao.
Recuerdo también que cuando ya habíamos hecho nuestra a HIMYM, el seriéfilo por excelencia me dijo “es nuestra Friends” y lo entendí como que no me estaba perdiendo nada porque esa serie de los amigos pertenecía a otra generación y yo estaba viviendo esa en la que la cerveza era el nexo y no el café.
Años más tarde puedo decir que me siento identificada con cada renglón de este lado de Nueva York más que con cualquier otra cosa. Todo es real y atemporal. Y ya sabe: no hay mejor moda que la que no pasa de moda.
Ahora prepárate. Puede que muchas de las cosas, ideas, menciones o frases que vas a leer a continuación no tengan para ti ningún significado. Probablemente yo tampoco sepa por qué las escribí en el bloc de notas del iPhone. Pero si están ahí, es por algo. Porque son muy nosotros.
Temporada 1
Me reí en el primer capítulo. Jersey atado a la cintura. No me sangraban los ojos con los outfits. ¡Sorpresa! Las notas mentales vienen de Friends. Creo que la primera noche vi unos 4 capítulos seguidos. Le dije holi al poliamor. El radar gay y las historias calcadas de HIMYM. Me planteo un debate interior sobre si molaría o no vivir puerta con puerta con mis besties. Me siento expectante por si ya puedo comparar cualquier situación de la vida con la serie (lo conseguí temporadas más adelante). 26 años y siguen desayunando cereales, ¿cómo no les vamos a querer?
Temporada 2
Volver a los brazos de un ex capullo, camisetas half zip y los cortes de pelo de Chandler, siempre Chandler. Coincidió con mi lectura de ¿Dónde vamos a bailar esta noche? y sus recurrentes referencias a los de Central Perk. Visionarios de Narnia. Se te nota en la carita si has follado y que en las cuadrillas siempre hay ligas. Las ligas de poder apoquinar en las cenas de bien y del afán por salir a cenar. ¿Tenemos que hacer siempre todo juntos?
Joder, que no viven con sus novias. “Me gusta no saberlo todavía” (respecto al futuro). Las medias negras tupidas y vivir con amigos. “Yo lo veo como un adulto”. Phoebe a Monica cuando empieza a salir con Richard es mi yo hacia todo lo que pase de 33 años. La necesidad de vivir solo. ¿Por qué no vestís como Chandler? El gif del abrazo entre Joey y Chandler. Dejarse bigote y el verbo birlar tan de los 90s. Hacer juegos en grupo en las fiestas de cumpleaños. Esto tampoco lo inventasteis vosotros, amiguitos.
Temporada 3
Todo el normcore de la serie y el vestido prescriptor de mapas de Rachel. Las parejas hacen viajes como mantra, la lista de los 5 famosos con los que acostarse y el “a punto de” liarse con alguien del grupo de amigos. Las entrevistas para conseguir compis de piso, el amor por Mujercitas, los broches de pelo de carey y que alguna gente es millonaria a nuestra edad. La pizarra en el piso de los chicos, los +1 y ese si a él le hace feliz como boomerang persecutorio de la vida en general.
Temporada 4
Las voces roncas son sexys (llevo diciendo esto desde que nací). Gracias Phoebe Buffay. El 24/7 (no sois nadie millennials). El miedo a las aves. Anda, si es el padre de Marissa Cooper. El que siempre cocina y el afán por ser la anfitriona. Podría poner nombre y apellidos a este personaje que siempre quiere jugar en casa.
Y Londres. Londres. Londres.
Temporada 5
La búsqueda de pisos. Los diminutivos entre colegas. Hacer la cruz por no querer poner dinero para los cumpleaños (madre mía la videncia) y perderse cosas por no salir a fumar (punto para mí). Pero sobre todo, ser amigos siempre y antes.
Temporada 6
Abrazos. Oler el pelo. El requerer y The way you look tonight. Grabar mensajes en el contestador (aún recuerdo cuando mi madre me obligó a grabar uno en esa mini cinta que salía de una pletina) y la realidad de no saber en qué trabajan exactamente tus amigos. Salir con dos herman@s y esa pequeña envidia por el fluir del amor ajeno. No olvides que si estás predestinado a estar con alguien, lo harás.
Temporada 7
Beber champán (este año me pillé el primer ciego a burbujas). Los 30 y el ponerse metas a cifras redondas. La ecuación de una pareja = un regalo. El nombre de Melissa y ese “me gustan las cosas tal como están”. ¿He oído eje del mal?
Temporada 8
Cámaras desechables en las mesas de las bodas (soy la pura reencarnación de Mónica). El poder de comer solo y de decir que sólo y únicamente es un amigo.
Temporada 9
El 18 de octubre. Es como muy de mayores. Vivir sola y no poder subirte la cremallera de la espalda (todos somos Phoebe). Otra vez todos somos Phoebe. El miedo a que los demás (me) rompan cosas caras. La revista Time out, el fútbol y las parejas y el miedo de Chandler a las palomas (naranjas enteras). Prácticas no remuneradas a los 31, una casa para todos y la política de no usar el móvil para escribir a los ex pero encontrártelo en el momento menos pensado.
Ahora el amigo sin blanca está forrado y yo sigo sin saber usar una herramienta. Vuelvo a ser Mónica cuando piso zona con más de un 50% de humedad y el prota de La boda de mi mejor amigo. Otra vez The way you look tonight.
Temporada 10
El product placement de Mustela (identificar esto me da miedo) y de Jager. Momentos calzone del señor Bing. Saber más de moda que de política y el sacramento de las patatas fritas. Mudarse a las afueras (o llámalo Prospe) porque eres mayor. Dakota Fanning. ¿Chandler más buenorro que nunca a los 33? Afirmativo. Y el final. Ese final.
Epílogo
Estar siempre en Thanksgiving y volver para Nochevieja. La amistad pura y dura, en el tiempo.
Esta serie llegó en un momento raruno de mi vida, no lo vamos a negar. Hacer esta maratón como cuando repesqué hace unos años a Las Gilmore ha convertido estos tres meses en una maravilla. En la comida, en la cena y ¿qué queréis desayunar? Friends y nada más. Sé que estamos teniendo esta conversación con 25 años de retraso, pero es que hasta ahora sólo conocía el opening theme. Ese que he pasado en cada uno de los capítulos de las diez temporadas.
Todas las gracias a esa persona que me metió en todo este lío. De no existir esa noche, me hubiera perdido un capítulo muy importante de mi serie. Pero amigo, creímos ser los únicos y cuenta la no-leyenda que hay personas del círculo que también la han visto recientemente y a estas alturas de la vida. Al menos ahora sabemos que Friends es la vida y que Chandler es el novio que toda madre y chica querría tener.
Y ahora a vivir. Coño, si hasta los Arctic se han hecho mayores. Podemos con esta morriña.