el amor se rompe

 

Llamadme rara pero nunca soñé con vivir en otro país y ni mucho menos pensé que a mis casi iba a estar usando contorno de ojos. En cambio siempre me imaginé una ruptura haciendo cajas y llenándolas de vinilos. LPs de Pulp, de Los Libertines o de la mismísima Dirty Dancing. Ahora que sin este revival no eres nadie hay que decir que los vinilos (compartidos) son las nuevas vacaciones de ruptura. Porque señores, además de cortar y cortar también se rompe.

Romper son las nuevas mudanzas. ¿Qué se hace con la licuadora? ¿Y con el cuadro que compramos en San Petersburgo? ¿La hipoteca pa’ quién es? Compartir hasta dejar (de) vivir. Y antes de dejarte un vinilo de recuerdo en tu puerta, me llevo mis cajas llenas de enseres y tengo un 60% más de espacio en la memoria de mi teléfono.

Todo va a estar bien sin un ojalá por delante. En todas las pandillas siempre saltan los añicos de una relación larga como en cada festival siempre hay alguien que se lleva (primero) las llaves a la cama. Se acabó el esperar para cenar, el “lo tiene, no lo tiene” de los cumpleaños y ese brazo por encima del hombro. Ahora toca ser otro de esos capitanes que deja al club de sus amores y se pasan la noche dando titulares.

Si las movies del otro lado del charco nos enseñaron que cada cual cena cuando arriva a casa, olvídate de culpar a la noche, a la playa y a la lluvia y devora un capítulo tras otro. Aquellos finales de agosto en los que había tormenta día sí y día también forman ya parte de un carrete velado.

Es un blanco nuclear. No es una temporada más sino una nueva serie. Y este año vamos a confiar más que nunca en ese piloto.