la dieta del verano

Parece que no habéis aprendido nada durante el invierno. Seguís sin abandonar esos moles acristalados empapados en sudor a los que llaman gimnasios. Sí, en verano también. Y también vosotras. Porque sólo se permiten el lujo de cerrar en agosto. Lujo llamo yo a relamer un helado de Rocambolesc hasta (requeté)chuparme los dedos. Pero una vez más, no estamos en el mismo punto.

Cualquier día os da un parraque que pá qué. Ni a las ocho de la mañana ni el fresquito del aire acondicionado. Sois una especie de cadáveres lipotímicos sudando a chorros intentando seguir la coreografía de zumba. El nuevo ‘Thriller’ vaya. Me dais pavor, o mejor dicho, vapor.

Sal. Camina cuando cae el sol y baila hasta el amanecer. Besa. Besa mucho. Nada. Suda con otros movimientos. Que para eso está el verano, para sexfrutar. Toma el sol con vitamina D. Pasea, PASEA en bici. Y si no te ves con la suficiente fuerza, sigue la dieta de la cerveza. Todos sabemos que funciona. Y más en verano.