La resaca de un festival dura mucho más que ésas en las que te da por beber jarabe de ciervo. Es una resaca al estilo postvacacional. Una bajona que inicia ruta cuando el retrovisor deja atrás palmeras, sombreros Panamá y camisetas hawaianas. ¿Cuántas semanas va a durar este descenso anímico? Ni idea. Sólo sé que estamos en mayo y aún no hemos desempolvado las sandalias. ¡Pero qué coño! Murcia es un pueblo y tú (casi) siempre vas de negro. Así que, pa’lante.
Lo siento por interrumpir, yo sólo os iba a contar que…
Siempre fui mujer esponja, pero ya no puedo absorber más. Que no tenemos edad para ser la mamá de nadie y que nos colamos en tercera fila para sudar con los nuevos Libertines.
Me presentaron a ‘Corinne’ y desde entonces no he dejado de llamarla. Que I wanna be your best friend pero I don’t want you to be my girl. Que la vida contada por los Punsetes es como una puta letanía de realidad.
Ojalá Mursía fuera un bar de Oaxaca. Pero no es más que Gandía en verano. Plagada de madrileñicos. Conocidos, tuitStars y antiguos compañeros de corremiércoles en las noches de Zombie.
Que ‘Tokio ya no nos quiere’ pero eh, entrada triunfal. Creimos haber olvidado antiguas estrofas pero lo cierto es que conocemos cada una de sus calles. Esta gente son de pueblo. Y tu novio es Quasimodo.
Que vas de rompedora por la vida y al final acabas calentando suelo. Que los amigos que perdiste, tal vez estén ya a la altura de Castellón de la Plana, guapa. O amiga, si te gusta más.
Yo sólo digo que voy a pasar el verano escribiendo sin parar: «no por mucho madrugar amanece más temprano»
Y tú, si quieres verme, vas a tener que venir…
Volveremos.