Sabíamos que bajaríamos la media de edad. Sabíamos que el nicho femenino seríamos minoría y sabíamos que es imposible saberse todas las letras. Pero lo que nunca sé cuando asisto a un concierto es quién voy a tener delante o al lado. En el concierto de Los Planetas les tocó a ellos. Chico deseandito de revivir su ‘así nos lo pasábamos’ y (su) chica sudando de todo aunque en el Wizink hiciera más bien fresquete. Lo que ella no sabía es que le esperaban dos horas de inmovilismo por delante.
Aquello empezó con un tema oscuro y errante. Les miré y pensé que igual serían los más puretas del universo planetario. Pero a la tercera canción vi que solo cantaba él y que no se podía ser tan sosa por mucho que a Jota no se le entienda una mierda. No se quitaron ni el abrigo pensando que iba a ser como un polvo corto. Pero aquella fiesta de verso indie duró 120 minutos y tres bises. Ella sin beber nada tenía los pies anclados en el suelo sin ser la cerveza pegamento. Y él ya iba por el segundo mini mirando en derredor buscando cómo salvar a su chica de ese martirio a guitarrazos.
A mitad de concierto, él nos miraba con la confianza que otorga el hermanamiento de saber que aún quedaba ‘De Viaje’ y el gitana, si me quisieras. Por mucho que le susurrara “van a hacer un aeropuerto donde habíamos quedado” ella seguía de morros. Probablemente, le preguntase eso de “quiénes son Los Planetas” antes de asistir al concierto. Y me juego todo a que él respondió con el comodín modélico de convencimiento que es algo así como “seguro que has escuchado alguna de sus canciones” cuando en realidad quiso decir: “no puedes tener 35 años y no haber gritado Pesadilla en tu vida”.
Antes del “Jota, saca la caja” y del besito entre bis y bis, él logró unirse a ese lololo de viejas sensaciones con los de su quinta que estaban detrás. Lo que le costó un “no vuelvo a venir contigo”. Y venga otro besito porque estás aquí aguantando. Pero a ver si nos damos cuenta de una p*** vez que no consiste en aguantar, ni en ceder, ni en acompañar. Se va porque se quiere y no para morderte las uñas, cruzarte de brazos o soltar bufidos por la boca.
Entre tanto, menos mal que la otra generación también tira los vasos de mini al suelo y se marca un sold out en el merchandising. Y nosotros, muchach@s de pelazos con cerebro debajo, le dijimos al otro Eric que su programa de MTV molaba todo y que éramos su share. El millennialismo tenía que salir por alguna parte.
Por mucho que Jota viniera a partirse la camisa, en la noche de Los Planetas puede que se rompiera alguna pareja o quizás se foguearon muchas alegrías del incendio. Pero recuerda que no debes llevarte a la Tinder al concierto de turno ni a tu novio a las fiestas del pueblo porque son las nuevas vacaciones de ruptura. No seré yo quien te persiga (así) hasta las puertas del infierno. Soy del Atleti y si no lo puedes entender…ciao pesao’.