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Ahora todo es el nuevo negro y ahora tod@s veis –que no tenéis- Netflix. ¿Desde cuándo te interesan las series? ¿Desde que sus póster ocupan casi todas las marquesinas de Madrid? ¿Desde que eres de peli y mantita un sábado? ¿O desde que él comparte su clave contigo? Echémosle la culpa a Narcos. Y también a ti, por engancharte tarde al mundo de “un capítulo más y me voy a dormir” cuando no existía esa cuenta atrás que enlaza con el siguiente episodio. Pero amiga, aún no eres de la secta. No te queda ná…

Que la vida iba en serie es algo que ya sabía(mos), pero tú estabas a otras cosas made in Spain. Eran tus años de la enésima temporada de Los Hombres de Paco y naufragabas en las babas de El Barco. Otras sólo perdonábamos el incesto con Fran Perea. Pero eh, nosotros fuimos el boca a boca de las series, el puto imdb. Y ahí seguimos, en esa línea que delimita lo mainstream con ser unos outsiders molones con criterio.

Ahora te digo, dar la clave de Netflix no significa nada. Tranquila, no te va a regalar un solitario. Y puedes hacer Netflix and Chill tú solita. No pasa nada. Yo, como ultradefensora de la inagotable fuente de la gratuidad, al final me han arrastrado hacia las arenas movedizas de las plataformas de pago. Pero comparto clave con mi madre. ¿Eso se puede? Siempre quise una madre tan molona como Lorelai. Así que, supongo que sí.

Notas al pie: Lorelai es la madre de Rory Gilmore. ¿Te suena verdad? Pero en el 2000 no te sonaba.