-¿Has escuchado la canción de Mira cómo vuelo?
Sí, la de Miss Caffeína.
[Y en ese momento pensé en el poder de la radiofórmula, en el don de ubicuidad y en el giro hacia el indiepop de Los 40]
–No, la de Pimp flaco & Kinder Malo.
¿Pimp qué? De repente tuve un crossover neuronal. ¿Dani Flaco y Kinder Bueno? No tenía lógica alguna. Lo sé. El caso es que ella, una niña de diez años me pinchó el lyric video en youtube. Y pensé: joder, cómo esta(rá) el boca a boca en el recreo. ¡Madre de Dios! Lo conté en mi grupo más activo de whatsapp y nadie me soltó un: “ah sí, los conozco”. Días más tarde, Levy y Vegas estaban en su sold out de Madrid. Fuerísima. Y así fue cómo una preadolescente rompió mis esquemas de la actualidad con un new wave llamado trap.
Al igual que en el sexo, una cosa lleva a la otra. Y aunque no seamos millennials, somos de a(trap)ados en la red, de periodismo y melómanos. La noche se ponía para un reguetón lento. Me olía a eso con un cierto tufillo a Yo soy la Juani. Y ahí estaba yo, un sábado por la noche viendo videoclips producidos por Canada y Vietnam Estudio de un tal C. Tangana que a mí me sonaba a Club del Río. Y gustándome. ¿Cómo podía haber vivido alejada de este fenómeno? Resulta que la versión Dios de La Zowi es trap. Que el trapicheo de Los Planetas con Yung Beef también. Que el spin off de PXXR GVNG fue el rey de las tarimas en su desfile en París. Y también son puro trap. ¡Sacadme esta puñalada trapera en chandalismo de marca porque yo ya no estoy para estos trotes!
¿Y los swaggers? ¿Dónde están? ¿Y Maluma? Apartaos porque el trap ya está (y estuvo) en los line-up de los festis. De nuestros festis. Pero no es momento para rendirse, compañeros de «los casi» treinta. Tampoco para jugar a ser traperas ni graduarnos en la cultura del trapeo más allá de conocer el fenómeno. Tan solo comentemos la jugada como un domingo de resaca.
La otra noche me dijeron: “aquí no van a pinchar esos grupos raros que escuchas tú”. ¿Qué habría pasado si les hubiera hablado del trap? Lo mismo se divorcian de Ed Sheeran y dan rienda suelta a su soltería. Eso sí, sin motores rugen al cielo, gasolina, sangre y fuego…