Hola, tengo novio. Desde entonces, no soy yo. Tampoco eres tú. Me refiero a no serlo al ciento por ciento. Es raro. Veo muchos fuegos artificiales. Muchos. Pero cuando salgo de esa zona confort de filosofía Mr Wonderful, me entra el cague. Ya no hago cosas que hace tres meses sí hacía. ¿Por qué? ¿Qué me pasa, doctor?
De la droga del amor también se sale. Pero hay que aprender a salir. A salir con amigos sin mirar y (re)mirar el móvil. A un viernes sin remordimientos. Y a un sábado. A un texting sano. A seguir haciendo tu vida con un anexo importante más. Haz la llamadita o mensajito de rigor pero mientras te vas pidiendo una copa. Porque te gusta(ba) beber en presente. Y siempre hay que brindar por hacer lo que nos mola.
Algo hace click en el cerebro cuando dices “tengo novio”. De repente te conviertes en hombre (puede que ya lo seas) y no puedes hacer dos cosas a la vez. El microchip está programado para la felicidad de un día, dos no. Y si son tres, causo baja. Pues escúchame: cambia el chip, amigo. Que luego lloramos cuando perdemos las semis de Champions y ya no nos acordamos del cabezazo de Saulito. Que los demás tendrán muchas, pero nosotros tenemos el escudo. El de los amigos.
Está bien. No vayamos tan de haters. “Hay noches que todo es una porquería
y pienso en ti”. Y qué bien, joder. Porque lo que “yo quiero es que me echen de menos”. Si no ¿de qué?
Los tiempos del medio novio están obsoletos. Tener novio es el nuevo see now, buy now. Menos mal que los clavos siempre estarán ahí. Y esta gente. Ésa que te rescatará cuando la vorágine del amor te mande de nuevo al planeta tierra e instaures el espíritu de Lisboa como lifestyle.
Ahora bien, si “tú tienes miedo de acabar así, cenando con amigos por ahí. De sentirte normal”, háztelo mirar. Muy atento al efecto boomerang porque siempre vuelve. Pedirás que la noche esté para un reguetón lento. Vomitarás todas esas cenas para dos. Y rezarás para que todo huela a verano. Porque perdona, pero es que ya no tengo novia.
Yo por ahora, lo miro todo desde fuera. Como Ferreiro.